miércoles, 20 de enero de 2010

DIALOGUITOS QUE OÍMOS POR AHÍ. HOY: "EN EL COLECTIVO"

ELLA: Perdone, me está apoyando.
ÉL: ¿De dónde viene esa voz?
ELLA: De acá abajo.
ÉL: ¡Oh, un ser liliputiense!
ELLA: No, soy enana.
ÉL: Perdone. ¿La apoyé mucho?
ELLA: Un poco.
ÉL: Perdone.
ELLA: Está bien.

(Hay un silencio)

ELLA: Oiga, me sigue apoyando. Me está rasguñando la cara con su bragueta.
ÉL: ¿No hace un favor? ¿No me la cierra? En una mano llevo el portafolios y con la otra me sostengo. Cuánta gente a esta hora. Todos apretados como caballas.
ELLA: Sí, tendrían que poner más colectivos de esta línea. ¿Tiro de acá?
ÉL: Sí, para arriba.
ELLA: Está trabado.
ÉL: Haga fuerza. Vamos. ¡A ver esos músculos!
ELLA: ¡Upa! ¡Se salió!
ÉL: ¡No me diga que me arrancó el zip del cierre, tarada!
ELLA: No. Se asomó su aparato genital.
ÉL: Ah, introdúzcalo. Es que no me puse calzoncillos; se me paspa.
ELLA: ¡Qué cabezón!
ÉL: ¡Sí! ¡Soy más boludo!
ELLA: No, qué cabezón su amigo.
ÉL: Por eso, pero… soy más boludo.
ELLA: Ah. A ver…
ÉL: No, no las saque.
ELLA: ¿Por qué no?
ÉL: Porque no.
ELLA: Está bien. Perdone.
ÉL: Oiga… ya que lo tiene en la mano, ¿por qué no me hace una puñeta?
ELLA: No.
ÉL: ¿Por qué no?
ELLA: Porque no.
ÉL: Dele.
ELLA: No. Además detrás suyo está Joaquín, mi marido.
ÉL: Ah, debe ser el que me está metiendo la nariz en el ojete.
ELLA: Ése, debe ser. Sí, la tiene larga.
ÉL: Y… es enano.
ELLA: Ay, qué estúpido, eso es un mito. La nariz le decía.
ÉL: Pero no nos ve. ¿Me va a hacer una puñeta o no?
ELLA: Con todo gusto, pero no me llegan las manos.
ÉL: Ah, caramba. Qué pena.
ELLA: Sí, me hubiese gustado.
ÉL: Óigame, y ¿por qué no me la succiona? De paso cabemos mejor.
ELLA: Me convenció. Eso se llama matar dos pájaros de un tiro.
ÉL: ¡Ay! Pero, pare, no es mi pájaro el que tiene que matar. Despacito. Sin los dientes, por favor.
ELLA. Upa. El amiguito de pajarito pichón, pasó a joven…
ÉL: Y en breve… ¡a pajaro adulto!
ELLA: ¿Adúltero dijo? Me hizo agarrar culpa. Joaquín, mi marido…
ÉL: Déjese de joder con su marido. (Libidinoso) Vamos, que estoy llegando a la parada.
ELLA: Pero…
ÉL: ¡Vamos!
ELLA: Bueh.
ÉL: De a poquito, así, bien. Eso. (…) Muy bien. (…) Ojo los dientes (…) Ahí va (…) Uhm. (…) Perdone, ¿le apoyo el portafolio en la cabeza? Se me acalambró el brazo.
ELLA: Mmmjsmm.
ÉL: No, usted siga. Cuidado (más alto) ¡Cuidado, animal!
ELLA. Mmm ¿Qué?
ÉL: No le decía al conductor. Continúe. (…) ¿Qué espera?
ELLA: Ah, que continúe yo. Pensé que le decía al conductor. Bueh, sigo que está entretenido.
ÉL: Siga. Mmm. Bien, tendrías que laburar de esto. ¡Cuidado!
ELLA: ¿Eh?
ÉL: No, perdoná, le decía al conductor. Es un animal este tipo.
ELLA: Ah.
ÉL: Vos no te preocupes que yo te aviso.
ELLA: Sigo entonces.
ÉL: Dale que estamos llegando a la parada.
ELLA: Pero hace rato…
ÉL: No, a Corrientes y Esmeralda. (…) Ay (…).
ELLA: Msmsmm. (Tose) Un pelito. Contame algo de vos, mientras.
ÉL: Qué te puedo contar. Voy para lo de mi jefe, me invitó a cenar, por eso esta pintusa, el trajedia. Ay (…) Cuidado. ¡Cuidado! ¡Aaaaaaaah! Oops.
ELLA: (Con la boca llena) ¿Gué hadés? Me diguiste gue me avidabas.
Él: Dije “cuidado”. No era al conductor, era para vos. Además no se habla con la boca llena.
ELLA: ¡Guigo de guta!
ÉL: Tragá, es nutritivo.
ELLA: (traga) ¿Tenés un pañuelo?
ÉL: Fijate en mi bolsillo izquierdo del saco.
ELLA: ¿Éste?
Él: Esa es la billetera, enana chorra. No te hagás la boluda.
ELLA: Una te hace un favor y vos… ¿Éste?
ÉL: Sí, ése. Yo me tengo que ir abriendo camino entre la gente para bajarme. No se puede ni respirar acá…Tengo las manos ocupadas: meteme el pito y cerrame la bragueta.
ELLA: No quiero.
ÉL: Dale, enana puta.
ELLA: Pero te agarro cien pesos de la billetera.
ÉL: No ¿qué hacés?
ELLA: Ah, te la dejo afuera entonces.
ÉL: Está bien. (…) Con cuidado que me la raspaste toda. (…) ¡Aaaaaaaaaah! Pelotuda, me la agarraste con el cierre. Mirá si no sirve más: tan luego a mí, que soy un semental.
ELLA: Ahí te dejo la billetera.
ÉL: Bueh. ¿Y ahora cómo hago para salir de este apretujamiento?
ELLA: Es una locura tanta gente. Además hace un calor…
ÉL: Sí, (extrañado) siento que me chorrea la transpiración por las piernas. Raro porque no soy de transpirar.
ELLA: Es terrible este calor.
ÉL: Bueno, ¿me guardaste la billetera?
ELLA: Sí.
ÉL: Agarraste cien nomás, ¿no?
ELLA: Ciento cincuenta.
ÉL: ¡Pero a vos te dan la tarasca y te agarrás hasta el codo!
ELLA: Dale, si te gustó.
ÉL: Buep. Cien por la mamada y cincuenta por sostenerme el portafolio con la cabeza.
ELLA: Es lógico. Lo vale.
ÉL: Esto ha sido todo. Un gusto. Voy a ir arrimándome para bajarme. ¡Pero como me chorrean las piernas! Chau, querida.
ELLA: Felices fiestas. Y feliz año nuevo si no te veo.
ÉL: Ah, perdoná, siempre me olvido de las fiestas: feliz año nuevo para vos y tu marido.
ELLA: Vos seguro que pensás nomás en lo que se refiere a fiestas de enfiestarse.
ÉL: Sí, ¡fiesta, fiesta! ¿Sabés qué? Estaría bueno organizar una temática con enanas y enanos… lo voy a proponer a los muchachos del trabajo… ¿cómo es tu e mail?
ELLA: Es… ¿tenés para anotar?… es…
ÉL: (Cada vez más lejos) ¿Me deja pasar?
ELLA: Es… Ya no me escucha…

(Suena la chicharra. Abren las puertas. El colectivo arranca de nuevo)

ELLA: Ay, no me escuchó.
EL OTRO: ¿Qué hacés, Mirta? ¿Hablás sola?
ELLA: Ay, Joaquín, me asustaste.
EL OTRO: Qué gentío. Qué hacinamiento, estoy empapado.
ELLA: Tomá este pañuelo, limpiate. No se puede respirar. A los enanos nos pasan por arriba en estas situaciones.
EL OTRO: No te creas, uno hace cosas sin que lo vean. Nadie quiere mirar para abajo. Yo, por ejemplo, me acabo de hacer una paragüita sobre el pantalón del hombre que estaba delante mío.
ELLA: ¡Ay, Joaquín! ¡Otra vez te hiciste la paja!
EL OTRO: Perdoname. Es que sentí olor a sexo y me dieron ganas…
ELLA: No se puede así. Después, en casa, nada.
EL OTRO: Es la última vez, te prometo.
ELLA: ¿Así que te hiciste la paja sobre el pantalón de ese hombre que estaba entre nosotros?
EL OTRO: (Ríe) Sí.
ELLA: (También ríe) ¡Uh, encima vos sos como una catarata cuando eyaculás!
EL OTRO: ¡Lo decoré todo al gil! Mirta, tendrías que aprovechar las posibilidades que te da ser enana y vengarte de los normales. Si no, pareciera que uno está hecho para servir a los demás.
ELLA: Tenés razón. Bajémonos en la próxima.
EL OTRO: ¿Estás en pedo? Falta para la feria paraguaya.
ELLA: No. Compremos la cunita por acá. Me acabo de encontrar ciento veinticinco pesos.
EL OTRO: Sos hermosa, Mirta, dame un besito.

(Chuic, chuic. Suena la chicharra)

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